“Arcturus
Recordado es la introducción del libro, La Sonda de Arcturus
y contiene un mensaje vigente para todos los que estamos en la
Tierra actualmente”.
LA SONDA DE ARCTURUS
Relatos e Informes de una
Investigación en Curso de José Argüelles
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INTRODUCCION
ARCTURUS RECORDADO: UNA
PROYECCION DE LA RED CRISTAL DE LA TIERRA
“Cierne en lo alto Arcturus su lanza
por la mañana y la noche”
–
Hafiz, Al Sha
¿Puedes tú guiar a Arcturus con sus hijos?
– Job 32:8
Llamado por los chinos Ta
Kio, el Gran Cuerno, Arcturus fue altamente estimado como el
"palacio del emperador", correspondiente a la púrpura o Ciudad
Prohibida de Pekín, la capital al norte de la Gran China. Esto
proporciona una pista importante con respecto a la influencia
crítica y el rol que juega Arcturus en la evolución de este
planeta y del sistema estelar total del que la Tierra es solo un
miembro.
Arcturus, "Guardián de la Osa" debido a su relación con
la Osa Mayor, es el nombre dado al sistema estelar situado a
unos 37 años-luz del nuestro, y que incluye por lo menos una
media docena de cuerpos planetarios. Como tal, Arcturus es
varias veces más grande y más viejo que nuestra propia estrella
y su sistema. Los Arcturianos, por cierto, se refieren a nuestra
estrella como Velatropa 24, y a nuestro planeta como V.24.3.
La implicación Arcturiana con nuestro propio sistema
estelar comenzó hace más de tres millones de años cuando una
colonia espacial - una estación galáctica intermedia - se
estableció en Velatropa 24.4, también conocido como Marte. En
ese tiempo, V.24.4 pasaba por un ciclo muy cálido con abundante
atmósfera, océanos, ríos y masas de tierras verdes. La colonia
marciana representaba el primer y principal experimento
Arcturiano fuera del sistema estelar nativo. No hace falta decir
que los medios para llegar a Marte, así como la manera en que la
vida se propagaba allí, existían mucho antes que lo que
cualquiera de nosotros aquí en la Tierra podría incluso llegar a
soñar. Baste decir que Marte fue considerado como un sitio
experimental adecuado precisamente porque, además de vegetación
y microorganismos, no había allí virtualmente formas de vida
avanzada nativas del planeta. La implantación de formas de vida
superiores era una tarea considerada cuidadosamente: primero,
para tener lecturas adecuadas sobre la atmósfera del planeta -
su consistencia, composición química e idoneidad para
experiencias de vida agradables y armónicas. Luego, seleccionar
modelos genéticos capaces de avanzar rápidamente para que un
proceso que a veces lleva varios miles de millones de años
pudiera ser encapsulado en una fórmula que se desarrollaría en
apenas treinta a cuarenta mil años.
Con sus ciclos cálidos de 40.000 años, Marte
proporcionaba la perfecta estación experimental intermedia para
ese proyecto. Si algo resultara mal, al menos aquéllos en el
sistema de Arcturus no se verían afectados – o al menos eso se
creía. Algunos de los que estaban a cargo del proyecto marciano
no habían considerado cuidadosamente la eficacia inexorable del
karma, la ley de causa y efecto. Pero incluso en Arcturus en
aquel momento, raros fueron los capaces de recordar algo que
hubiera ocurrido unos 40.000 años anterior al pensamiento
momento actual.
Y así, en el tiempo extraños sucesos comenzaron a suceder
en Marte, V.24.4, muy pocos en Marte - o en Arcturus en su caso
- estimaron las extrañas consecuencias de olvidarse mutuamente
de la existencia del otro.
Así se desarrolla el relato de la estación experimental
intermedia Arcturiana, V.24.4, Marte.
Ahora, esto es precisamente lo que sucedió - el Gran
Olvido.
Existían dos magníficos reinos: Elysium y Atlantis.
Mientras Elysium estaba gobernado por el polo norte magnético, y
sus constelaciones conductoras eran dirigidas por la justa
Arcturus, Atlantis estaba gobernada por el polo sur bajo la
dictadura de la lejana Antares. Mientras Atlantis semejaba algo
así como una tiara de esmeraldas brillantes relucientes flotando
en las crestas espumosas del Mar de las Sirenas, Elysium, con
sus azulados canales de riego creando líneas celulares como
cortaduras dentro de un canal principal circular de navegación,
estaba situado al oeste de Amazonis y Mesagaea, y al norte de la
salvaje Zephyra - de donde emanaban los monzones estivales.
Más allá de Zephyra, lejos hacia el sur, se extendían las
grandes aguas tropicales del Mar de las Sirenas, sus misteriosas
brisas transportando señales y armónicos susurros desde las
bulliciosas torres de la isla de Atlantis.
Así que, en ese tiempo, cuando Marte había sido
perfectamente domesticado y cultivado por el experimento
Arcturiano, y se había presentado al sistema solar Velatropa un
brillante ejemplo de las posibilidades de formas superiores de
vida evolucionada, sucedió que los marcianos - pues ellos ya no
se consideraban como productos de un experimento Arcturiano - se
consideraron lo suficientemente poderosos para controlar la
fuerza cósmica misma que los había conducido a la existencia.
Por supuesto, si no hubieran olvidado que eran el feliz
resultado de un experimento Arcturiano, y si los Arcturianos no
hubieran olvidado ese valioso experimento – de hecho, eso es
precisamente lo que había ocurrido en la justa Arcturus - nada
de todo eso hubiera sucedido. Pero ahora deberá ser contado.
Al fin y al cabo, lo que sucedió en Marte ni siquiera los
marcianos podrían haberlo controlado, pues en realidad fue como
consecuencia de diferencias existentes entre Arcturus, la
conexión de Hiperbórea, y la conexión de Hiperaustralia, Antares
- el Dragón Celeste de los Chinos, llamado por Ptolomeo el Rival
de Marte, tan importante para nosotros en la constelación de
Escorpión.
Aunque habían sido los Arcturianos quienes originalmente
dejaron su semilla en V.24.4, Marte, los de Antares no
establecieron comunicación con la colonia marciana hasta unos
30.000 años de iniciado el experimento. Naturalmente, la
conexión de Antares era más dominante en el hemisferio sur,
mientras gradualmente la influencia de Arcturus -
sin saberlo e
inconscientemente – llegó a estar concentrada en el hemisferio
norte. Así sucedía en tiempos del pasaje crítico, 40.000 años
después del comienzo del experimento. Aquéllos que deberían
haber sabido mejor, Arcturus y Antares, dormían en los
controles. A pesar de la Gran Amnesia, Elysium, con sus jardines
colgantes y torres piramidales totalmente incrustadas de
cristales, llegó a ser conocida como la sede de la Orden
Hiperboreal del Estandarte Arcturiano, y Atlantis, con sus
discos reflectores de cristal brillando y girando lentamente en
el paradisíaco Mar de las Sirenas, era conocida en todo Marte
como la sede de la Orden Hiperaustral del Estandarte de Antares.
Tanto en Moab o Eden, Thamasia o Thyle, el verso era
conocido y cantado así:
Establecida en el Mar de las Sirenas como
una joya Atlantis regida por Antares Cabalga las olas de
cristal Que al sol flameante hace temblar; Elysium
aleccionada por Arcturus Con lagunas en brillantes anillos
Sopla vientos de luz curativa A través de Etiopía, Isis,
y los pletóricos campos árabes...
En verdad, en la época que Elysium y Atlantis rivalizaban
por el poder, eran virtualmente los únicos reinos que quedaban
en el malaventurado Marte. Las rutas comerciales y los centros
de poder de Elysium crearon una red de resplandeciente cristal
que se extendía a todo el gran continente norte de Borea. Desde
Tharsis a Xanthe, Utopia y Ucronia, legiones de boreanos se
dirigieron a Elysium a rendir tributo al Gran Receptor de
Cristal situado en la cima de la Pirámide Central en el medio de
los un día plácidos Campos Elysianos.
Mientras tanto en el sur, de un lado a otro del Gran Mar
Austral, Hesperia, Trinacria, Cimmerium y, por supuesto, la
magnífica Siren, navíos de cubiertas lustrosas, sus velas
henchidas, sus obeliscos de cuarzo centelleando en la proa, se
dirigían hacia la orgullosa Atlantis.
Dentro de esta tranquila situación surgieron dos nefastas
tendencias, arrojando sombras cada vez más largas a través de
los mares y los campos barridos por los vientos en Marte. Hacia
el norte se hallaban los cada vez más abusados Desiertos Rojos,
mientras que hacia el sur estaban las "lagunas amarillas",
parajes marinos de aguas estancadas cuyo número iba en aumento.
Desiertos tan ardientes que, durante el día, ninguna criatura se
atrevía a aventurarse en ellos; tan fríos por la noche que hasta
las estrellas parecían congelarse en su trayectoria. Y en los
parajes marinos, olores pestilentes se elevaban en obscuros
vapores amarillos, significando la muerte segura para
quienquiera que ingresase en ellos. Aunque estaba haciéndose
evidente para algunos que se trataba de sucesos naturales en
todo el ciclo ambiental marciano, algunos individuos de pobre
mentalidad cercanos a las sedes centrales del poder, suponían
que tales eventos eran obra de agentes nefandos pertenecientes a
la oposición. Esto era así especialmente en Atlantis, donde el
pánico había comenzado a afectar al populacho a niveles
inquietantes. La plaga del Mar Amarillo, como se denominaba a
sus perturbadores olores, era - según el rumor ampliamente
extendido en Atlantis, y que llegaba hasta el gobernante mismo -
una forma de guerra bacteriológica dirigida por los elysianos.
Ese gobernante atlanteano, Lord Pelagus VII, insatisfecho
por su propia incapacidad para comprender una amenaza tanto a su
propio bienestar como al del reino, aceptó la influencia de
algunos miembros de su consejo privado, llamado el Lord
Canciller de los Mares, Poseidonis Iambrichus, y su aliada, Lady
Thalassa Chrysalis, Ministro de Floricultura. Con información
que les fuera suministrada secretamente por un Comandante del
Consejo de la Transformación Molecular de Cristal, nuevo poder
establecido dentro de la Máxima Orden de las Artesanías y las
Comunicaciones, Lady Thalassa y Lord Poseidonis se reunieron a
conferenciar con Pelagus VII.
Y esta es la información y el consejo que los dos
impartieron al rey.
En el Mar Hiperboreal, precisamente de este lado de la
estación receptora del Polo Norte, se situaba un laboratorio
elysiano en donde se implantaba un patrón particularmente
mortífero de radiación cósmica, en células creadas
artificialmente. A medida que estos tejidos celulares
infecciosos se transformaban en organismos, eran tratados con
una forma de transducción calórica cristalizada que fusionaba
las células individuales con colonias microbianas cancerígenas.
Esas colonias microbianas eran entonces contrabandeadas hasta
puertos del sur y depositadas al azar en diversas rutas
marítimas con el propósito de producir estragos bajo las aguas
atlanteanas.
Desanimado y horrorizado por semejante historia, Lord
Pelagus VII preguntó qué podría hacerse al respecto. Los dos
intrigantes de la corte respondieron que, según la información
que les fuera suministrada por el Comandante del Consejo de la
Transformación Molecular de Cristal, se podría instalar
rápidamente un sistema disparador de rayos láser que con un solo
rayo instantáneo y dirigido con una precisión capaz de
fácilmente desmaterializar el laboratorio y todo lo que en él s
encontrase.
Y así comenzó el Gran Conflicto. En cuestión de meses,
Estaciones Atlanteanas de Transformación Molecular, algunas
ubicadas a bordo de navíos, otras transportadas en aeronaves,
habían comenzado a dirigir los mortíferos rayos hacia puntos
clave dentro del reino hiperbóreo de la Elysium tachonada de
pirámides. Aturdido hasta niveles inverosímiles, el jerarca
elysiano, Solis Solonis, tomó represalia precipitada y
desventuradamente ante la profunda consternación de sus
principales ministros, quienes habían aconsejado con vehemencia
que ese curso de acción no haría sino empeorar la situación de
las condiciones climáticas deterioradas del planeta.
Sin embargo, todos esos consejos resultaron por demás
tardíos. Un año después del devastador estallido inicial de la
guerra de rayos cristalinos, estaba haciéndose cada vez más
obvio que el deterioro climático del planeta sería irreversible.
Peor aún, un día después de las celebraciones del solsticio, la
gran montaña volcánica, Olympica, estalló en horrorosa actividad
en tanto se elevaba por kilómetros hacia la estratósfera
marciana. Las regiones orientales de la un día lozana Amazonis
fueron abrasadas y quemadas, mientras los temblores producidos
por ese volcán que despertaba eran tan tremendos que hasta
sacudieron los discos de cristal en Atlantis, lejos en el sur,
algunos de los cuales cayeron al suelo destrozándose con
resultados devastadores. El pánico y la anarquía se precipitaron
entre los atlanteanos como una fiebre virulenta. Los oráculos
salieron a proclamar la segura destrucción de todos los
habitantes del planeta.
El golpe final, no obstante, provino de la Gran Helada
producida por la espesa nube volcánica que obstaculizaba la
acción del Sol. Sin embargo, de no haber sido por esta nube el
fin habría llegado más pronto, pues la intensidad de la
explosión del Olympica había producido un enorme desgarro en el
ya débil campo magnético de Marte - un desgarro que dejó al
planeta indefenso contra el embate de los rayos cósmicos y los
despojos que caían. Ya por entonces había un gran aumento en las
lluvias de meteoritos y, en todo el planeta, habían empezado a
erguirse nuevos volcanes de manera tan azarosa que producía
perplejidad.
Por entonces, el grupo gobernante en Atlantis había
perdido todo atisbo de civilidad. Atrapados por un miedo insano
y la paranoia, resolvieron dar un golpe final en el corazón
mismo de Elysium, poniendo así fin para siempre a cualquier
posibilidad de lo que los líderes atlanteanos denominaban
invasiones sorpresivas de contra-insurgencia y contra-ataques
geomagnéticos. Y así concretaron el arma final: un artefacto
termonuclear capaz de ser detonado mediante un solo disparo del
rayo del mortífero artefacto o dispositivo de desmaterialización
transformadora molecular.
En cuestión de meses, bajo ardientes cielos obscuros,
mientras los vientos portadores de polvo rojizo ululaban a
través de las una vez grandes ciudades de Elysium y Atlantis, el
espantoso plan atlanteano se encontraba listo para ser
ejecutado. Contrabandeado en Elysium por un equipo de agentes
dobles que fingían pertenecer a una comisión de intercambio para
emergencias agrícolas, el Dispositivo para el Día-D, como ya se
lo conocía, llegó al amplio patio de Solis Solonis. A nadie se
le ocurrió revisar los seis baúles de la comisión de intercambio
para emergencias agrícolas. Ni tampoco el interior del obsequio
de presentación que consistía de una estatua del dios mensajero
de los elysianos - Thothis, el de cabeza de lagarto-, una pieza
de apariencia magnífica, aparentemente tallada en un solo bloque
de un tipo raro de nefrita, con incrustaciones de jaspe.
Complacido con semejante obsequio, Solis Solonis mismo lo colocó
en el Gran Altar ante el Cristal Maestro, una réplica, o así se
decía, del Espejo de Cristal presentado por el gran dios
ancestral, Arctur Arcturis.
Mientras el equipo de intercambio para emergencias
agrícolas se encontraba con altos dignatarios elysianos, un
pequeño pero muy preocupado grupo de elysianos se reunía para
discutir todo lo que sabían respecto de los sucesos actuales.
Empujados por lo que para ellos era un seguro desastre, se
autoconvocaron con el propósito de definir cuál sería el mejor
comportamiento ante semejante clima de ruina inminente. Aunque
habían oído acerca de ciertos planes atlanteanos para
desarrollar un artefacto termonuclear, ninguno de este grupo
tenía la más mínima noción de que el artefacto ya había arribado
a lo más íntimo de la corte de Elysium, colocado allí por el rey
mismo. Menos aún, uno y cada uno de este grupo sabían que la
combinación de temor y locura que agarrotaban al populacho tanto
en Atlantis como en Elysium, los patrones climáticos altamente
nada acogedores que ya eran norma, y los efectos de las bombas y
los rayos cristalinos de la muerte, habían eliminado ya al
planeta Marte como base para un ulterior desarrollo evolutivo.
Este grupo autoseleccionado de unos cuarenta miembros se
dividió en dos partes iguales que apoyaban sendas soluciones.
Uno de esos grupos de veinte miembros resolvió honrar al Gran
Planeta mediante una forma concentrada de meditación colectiva
con el fin de crear un poder de pensamiento que pudiese
transmitir todo lo que alguna vez hubo de bueno en la historia
de Marte - tanto por parte de Elysium como de Atlantis - hacia
los campos de nubes y bancos vitales del planeta vecino, V.24.3,
popularmente denominado el planeta azul debido a su centelleante
brillo azulado. En verdad, tan respetado era el brillo del
planeta azul que resultaba característico hasta del más modesto
de los marcianos referirse orgullosamente al hecho de que en sus
horóscopos tuvieran a ese planeta, conocido por nosotros como la
Tierra, en su ascendente.
Para facilitar su meditación, este grupo, conocido como
los silenciosos de cuarcita, usaba un cristal único para enfocar
sus formas de pensamiento y transmitirlas al planeta azul. Y así
continuaron haciéndolo hasta el tumultuoso día en que el
Estallido de la Muerte desbarató la ciudad de Elysium,
silenciándola para siempre y liberando una ola de cataclismos
planetarios masivos que derrumbó la orgullosa Atlantis,
extinguiendo así por fin la vida toda en el desventurado y
desafortunado Marte.
Pero antes de que se asentara el ardiente y rojizo
silencio final, el otro grupo, conocido como los activistas
Arcturianos, partió rumbo al lado oriental de la ciudad de
Elysium y, desde la cima de las pirámides circundantes, con bien
ubicados lásers de cristal, grabaron en la superficie de la
Meseta del Gran Fundador un vasto retrato del gran dios
ancestral, Arctur Arcturis, dirigiendo la mirada hacia el cielo
en dirección a su hogar, oh perdida y recta Arcturus...
"Incinerado."
Así decía el parte que llegó al Comando Central Arcturiano
cuando analizaron las señales radiales de información cristalina
que venía del sistema de Velatropa. Un parte muy similar se
recibió en Antares.
En cuestión de días, el Parte de Información V.24.4 había
sido emitido. Se lo denominó Experimento de Autodestrucción.
Afligidos por la vergüenza y el horror de haber omitido atender
algo durante tanto tiempo, los Arcturianos se vieron impulsados
a emprender una sólida revisión y reforma de todas las Fuerzas
Galácticas Expedicionarias.
Finalmente, luego de un análisis exhaustivo que incluyó
la supervisión tanto de V.24.4 como V.24.3 - ahora conocidos
como el planeta rojo y el planeta azul, respectivamente -, se
resolvió que como humilde señal de respeto por todo lo que había
habido de bueno y decente en el Experimento Marciano, el planeta
azul debía ser sometido a una supervisión mucho más cautelosa e
inteligente. Pues allí, durante varios miles de millones de años
y a diferencia de Marte, se había desarrollado naturalmente una
gran variedad de formas de vida. Mediante sus receptores
intuitivos, las más avanzadas entidades del planeta azul habían
recibido los implantes de memoria
marciano-elysiano-atlante-antareanos y, para bien o para mal,
dichos implantes se hallaban ahora cristalizados en el sistema
de recuerdo total del planeta azul. Sólo por esta razón, todo
desarrollo ulterior del planeta azul merecía una continua
supervisión por parte de las Misiones Arcturianas.
Más aún, los más altos consejos Arcturianos resolvieron
que experimentos tan groseramente manipulativos como el de
implantar formas vitales completas en un planeta inadvertido de
ello, tal como se había hecho en Marte, debían ser suspendidos y
reemplazados por medios de monitoreo más sutiles y
sincronizadamente receptivos. Todo esto se aprendió del
Experimento Antares, que se enfocó puramente en medios de
comunicación. Los medios principales para efectuar esta
comunicación más sutil de sistemas lumínicos habrían así de
establecerse a través del enfoque, la amplificación y la
dirección inteligente del séptimo rayo, la emanación violeta. En
otras palabras, este rayo sería individualizado para su
transmisión en comunicaciones periódicas hacia el planeta azul.
A cambio de ello, aquéllos que
tuvieran este rayo
podrían comunicarlo en reciprocidad de manera parecida o
adecuada.
Como asunto de mayor significación, se previó que habría
consecuencias kármicas del Experimento Marciano que se
manifestarían en un punto, no determinado del futuro, en la
evolución del planeta azul - del tipo "repetir la acción". El
entendimiento Arcturiano todo habría de concentrarse en ese
punto en el futuro, a fin de que en esa ocasión - o sea, para
cuando las condiciones hubieran madurado para repetir la acción
- los agentes Arcturianos no estuvieran dormidos.
Este es un breve sumario de la información conocida como
Arcturus Recordado. Se
le llama Proyección de la Red Cristal de la Tierra porque es el
resultado de una liberación de memoria del implante inicial de
meditación, proyectado como una forma cristalina de pensamiento
desde el planeta rojo hacia el planeta azul, y transmitido hace
tantas vidas.
Léelo, querido habitante de la Tierra, y examina la
creciente marea de sucesos en tu alrededor. No es demasiado
tarde para volver a despertar y recordar.
ARCTURUS RECORDADO FINAL DE LA TRANSMISION 6.13.64. LUNA
LLENA. 38 AH. PRESENTADO POR EL
AGENTE PAN 24.
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